viernes, 22 de marzo de 2013

No parece tan malo.


Se está acercando. Entonces el mundo parece ir más despacio. Siento como los segundos duran minutos. Tengo tiempo a reaccionar, tengo tiempo a cambiar por completo el transcurso de mi vida. Si no hago nada puedo morir. Pero, por primera vez en mi vida, no siento miedo a la muerte. Es más, ahora mismo estoy la deseo: un descanso de todo, no pensar, atrás mis preocupaciones, no necesitar a nadie. Me quedo quieta, cierro los ojos... Y en este momento es cuando lo escucho, el sonido que puede cambiar completamente todo o dejarlo exactamente igual. Por desgracia, o fortuna, suena un fuerte frenazo y el coche consigue parar a escasos centímetros de mí.
El conductor me mira asustado y me pide disculpas. Yo le observo tranquilamente y sigo mi camino. Dentro de mí, la rabia y el alivio luchan para que uno de ellos sea el sentimiento ganador.
Mi vida sigue igual.

viernes, 16 de septiembre de 2011

¡Acción!

Vacio... Eso es lo que queda. Un terrible vacio en tu interior.
Creíste realmente que tu sueño se haría realidad, que aquella estrella fugaz a la que le confiaste tu deseo, realizaría su trabajo.
Llegaste a pensar que se cumplió. Que la escena que tantas veces habías recreado en tu habitación, que el guión perfecto que habías creado para esa ocasión se siguió.
Ahora, después de un tiempo creyendo ciegamente en ello... Te das cuenta que no. Todo había sido una toma falsa, una escena que debería repetirse para llevarla a cabo correctamente... Pero ya es tarde. Las luces y cámaras se han quitado y la silla del director de aquel corto ha desaparecido.
Solo queda una sala vacía, un escenario abandonado... Un decorado que ya nadie va a ver.
Pero no te rindes, quieres hacerlo realidad. Quieres que tu sueño se cumpla y, con una pequeña cámara en mano, te propones ser tu la que dirija todo a partir de ahora.

sábado, 13 de agosto de 2011

Ataduras.

Despierta, mujer,
Álzate al cielo de los sueños;
Rotas se encuentran ya tus cadenas…
Estate tranquila, nadie te detiene;
Eres libre de sentirte viva.

martes, 7 de junio de 2011

Persecución

Debo correr, tengo que huir. Mi respiración se acelera, la suya también. Le llevo ventaja y aún así soy capaz de escuchar sus latidos, que se mezcla con los mios propios. Necesito ser más rápida.
Soy su presa, no debe cogerme. Noto como mi adrenalina fluye por todo mi cuerpo. Mis piernas se mueven velozmente
¡No! Una rama en el camino, una prueba para mí... Debo evitarlo, si tropiezo él me cogera. Tomo aire como puedo, sin pensar mis piernas se doblan solas y dan un gran salto. Caigo perfectamente en el suelo, como si hubiese estado practicando toda mi vida para aquello. Sigo corriendo, me siento con más fuerzas. Pero sigo escuchandole, no consigo despistarlo, va siguiendo mi estela perfectamente. ¿Por qué no se rinde?
Este bosque es enorme, no termina. Las ramas y hojas de los árboles apenas dejan que la luz del sol ilumine por donde voy. Veo los obstáculos a pocos metros de mi, pero soy capaz de superarlos. Siempre he pensado que no servía de nada correr en el colegio, y ahora veo para que nos entrenaban. Para que no nos cojan, para ser más rápidos que nadie.
Pero yo siempre quedaba de las últimas... Deberia haberme alcanzado ya. ¿Me estará dando ventaja? Solo juega conmigo, quiere que me canse, quiere verme sufrir.
Comienzo a sentir un dolor punzante en mi cuerpo. Mi paso se disminuye sin poder evitarlo. Debo seguir.... Noto sus pisadas cada vez más y más cerca...
Algo me golpea la espalda. ¿Qué ha sido? Su mano me sujeta de la camiseta. ¡NO! Pierdo el equilibrio y caigo al suelo. Creo que no se lo esperaba puesto que también cae. Como en las peliculas el se desploma sobre mi. Cara a cara. Le miro y esta sonriendo. Sin quererlo siento como yo le devuelvo la sonrisa. Se rie, no puede detener una carcajada. Le miro extrañada, ¿Me seguía solo para reirse de mi? Creo que ha sido capaz de escuchar mi pregunta ya que su risa se desvanece. Se mantiene serio, se acerca mas a mí. Su nariz acaricia la mia. Creo que mi corazón va a estallar. Sus labios se acercan a los mios que, sin darme cuenta, humedezco con mi lengua. Me ha cazado, su boca me atrapa y no puedo huir, ni lo intento. Esta vez no quiero escapar...
El se separa y susurrando me dice:

-Te pillé

lunes, 6 de junio de 2011

Ámame

Mírame. Háblame. Tócame. Acaríciame.

Son tantas las cosas que quiero pedirte, tantas las cosas que espero de tí. Tantas cosas...que sé que no ocurrirán. Soy consciente de que tu no me quieres y que nunca llegarás a hacerlo. Pero no me importa, no puedo evitar observar cómo eres, qué te apasiona, qué te desagrada…

Quisiera gritar. Decir a todo el mundo lo que siento. Echarte en cara que por tí vivo y muero, que aunque me ordenes hacerlo, nunca dejaré de sentir este amor por ti.

Todos los días imagino el momento en que mi sueño, por fin se ha hecho realidad. Todas las noches duermo pensando en que tu estas a mi lado, abrazándome y protegiéndome de cualquier mal. Todos los despertares los paso abriendo mis ojos y esperando encontrar tus ojos oscuros y profundos, que me miran y me transmiten tanta seguridad.

Quiero llegar al fondo de tu corazón, que me dejes entrar en esa gran barrera que has construido a su alrededor. Quiero tomarte de la mano y decirte que aquí estoy yo y prometerte que siempre te amaré y adoraré…

Aunque ya dije que nunca llegarías a sentir nada por mi… quiero decir que te necesito… También que deseo probar esos labios y notar como tus manos, que tanto adoro, acarician todo mi cuerpo. Y quiero demostrarte todo lo que siento con mis caricias, besándote y haciendo que los dos seamos un solo ser.

Sin duda, son tantas las cosas que deseo de ti, que deseo pedirte….
...que me mires, me hables, me toques, me acaricies.. Pero por sobre todo, quiero que me ames.

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FanFiction HP

domingo, 5 de junio de 2011

Chocolate con churros

Observó cómo deslizaban lentamente el ataúd por el hueco de tierra que le había sido reservado. Las gotas de lluvia caían sin cesar contra su madera como queriéndole dar un último adiós. Seguidamente empezaron a echar la tierra, hasta ocultarlo del todo. Todos los que habían asistido al funeral se acercaron lentamente a dejar sus ramos de flores. Él fue el último en ir, dejó sus flores sobre la fría tierra y se quedó observando su lápida. Las lágrimas fueron escapando de sus grises ojos sin que él pudiese hacer nada por contenerlas y se unieron a las gotas de lluvia que aún seguían cayendo. Detrás de él se acercó una mujer que lo cubrió con su paraguas negro, aunque de nada servía. El hombre había estado sin cubrirse durante toda la ceremonia y su fino cabello dorado estaba ya lo bastante mojado como para preocuparse por él. La mujer se agachó y posó sobre su hombro la mano para transmitirle un poco de tranquilidad.

-Vamos, Jaime, vas a coger algo si sigues aquí con este frío -le dijo en un susurro la mujer. Sus mechones de pelo negro rizado caían sobre su rostro ocultando unos ojos negros azabache.
-No te preocupes, Rebeca. Puedes irte si quieres, no hace falta que te quedes.
-Ni te pienses que te voy a dejar aquí solo -le replicó Rebeca-. Venga, vamos a tomar un chocolate caliente.

Solo. Ahora sí que estaba solo. Su hermano había sido lo único que le quedaba y ahora él se encontraba muerto. Ya no le quedaba nada. Ningún pariente, amigos... Nada. Todo porque a lo largo de toda su vida se había centrado en cuidar de su hermano, desde que sus padres murieron cuando ellos eran aún muy jóvenes; y en su trabajo. Él tenía muchos compañeros, pero con ninguno había llegado a formar una amistad. Ahora se maldecía por haber rechazado tantas oportunidades para acercarse más a ellos. Su hermano ya se lo había repetido miles de veces, que tenía que abrirse más a la gente y dejarse conocer. Nunca le hizo caso. Pero ahora, se juró a sí mismo que ya no iba a estar más tiempo solo. El aceptó la invitación de Rebeca

Fueron los dos en silencio hasta la chocolatería del barrio más cercano. Entraron y se sentaron en una mesa del fondo, alejados de toda clase de miradas. Estaban uno frente al otro, pero sin mirarse directamente a la cara. La chica parecía un poco nerviosa y Jaime estaba ausente. Trataba de alejar de su mente a su hermano pensando en algún tema que poder hablar con Rebeca. No se le ocurría nada que no fuese sobre el trabajo. La verdad que no sabía nada sobre ella, si le gustaba el cine o el teatro o quizás ambos, sus gustos musicales, qué le gustaba leer… Iba a preguntarle cuando llegó la camarera a tomar nota.

-¿Qué les sirvo?
-Un par de chocolates calientes y una docena de churros, por favor -le contestó Rebeca y después miro a Jaime-. En estos momentos sienta muy bien. Ya verás.
-¿No van a ser demasiados? Además, son enormes -dijo Jaime, mirando el considerable tamaño de los churros, cuando ya se los habían servido. Ese lugar sí podía presumir de algo sería de la generosidad con los churros, no se quedaban cortos al hacerlos.
-¡Qué van a ser demasiados! Éstos nos los acabamos en nada -dijo echándoles el azúcar por encima y, después, cogiendo uno y untándolo en su taza-. Venga, coge uno.

Le hizo caso y empezó a comerse uno. Iba por la mitad cuando comenzó a fijarse en la gracia que tenía su compañera comiéndolos. Parecía que disfrutaba como una chiquilla. Observó su nariz respingona, que ahora se encontraba manchada de chocolate. Jaime sonrió, divertido. Al parecer, ella no se había dado cuenta.

-¿Qué te hace gracia? -preguntó Rebeca después de un rato en el que el chico seguía con esa sonrisa.
-Nada, salvo que tienes manchada la nariz.
-¿¡Qué!? -exclamó ella y se observó en el metal del servilletero. Tenía razón, la punta de su nariz tenía unas gotas de chocolate. Se ruborizó y, rápidamente, cogió una servilleta y se limpió. Entonces escuchó unas carcajadas, eran de Jaime. Era la primera vez que le veía reírse y se alegró por ello, por haberle arrancado una sonrisa.
-Y, aparte de mancharte de chocolate, ¿qué más te gusta?

Jaime se tomó unos días de descanso para tomar conciencia de su nueva situación.
Al principio le costó habituarse a vivir solo, echaba mucho de menos a su hermano. Pero empezó a contar con la compañía de Rebeca, la cual había ido a visitarlo casi todos los días. Desde ese chocolate descubrió que tenía muchas cosas en común con ella. Se habían pasado todo el rato preguntándose cosas y contándose anécdotas. Sólo tocaron el tema del trabajo cuando Rebeca le dijo que había querido hablar mucho antes con él, pero que no se había atrevido ya que éste le generaba mucho respeto. Jaime le agradeció muchas veces que se hubiese acercado a él en el entierro. Por fin, ya no se sentía solo.

Pasó el tiempo y Jaime consiguió acercarse mucho más a sus compañeros. Se le veía más feliz. Después del trabajo, siempre salía a dar unas vueltas por ahí con Rebeca. Le encantaba estar con ella, verla siempre tan risueña. Sin poder evitarlo se pasaba las horas pensando en ella recordando su mirada, sus gestos, sus palabras…


Después de un año y llegó el cumpleaños de Rebeca. Jaime la invitó al cine y a una cena en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Se lo pasaron genial. Charlaron, bromearon, rieron... Una fantástica velada aquella. Ellos dos solos, disfrutando el uno del otro. Sintiendo cosas que no habían llegado aún a decirse.

Al salir del restaurante cogieron el coche y Rebeca se puso al volante. Recién había comenzado a una fuerte tormenta. Rebeca iba con cuidado, sin prisas. De repente, Jaime vio que un coche había perdido el control e iba directamente hacía ellos. Trató de avisar a la mujer pero fue tarde. Hubo un gran choque. Al poco tiempo llegó la ambulancia a recogerlos y se encontraron a Rebeca y Jaime inconscientes en sus asientos, con un montón de cristales encima. Se los llevaron de inmediato al hospital.

Rebeca salió a la semana, sólo con un brazo roto. Pero se temía por Jaime. Al poco de ser ingresado entró en un coma del cual salió en dos semanas. Mientras se encontraba en ese estado, los médicos habían visto que su médula espinal estaba parcialmente destruida. Por lo que, poco a poco, iba a quedarse paralítico de cuerpo entero. Cuando Jaime se despertó, medio cuerpo se encontraba ya paralizado. Los médicos le contaron lo que ocurría. Rebeca observaba desde una esquina cómo le informaban y no pudo evitar romper en llanto. Jaime intentaba consolarla diciéndole que se podría encontrar alguna solución. Sabía que no era cierto, que siempre se quedaría así, pero no quería ver a Rebeca llorar por él.

Pasaron cuatro meses y Jaime ya había quedado completamente paralítico. La chica se pasaba en la habitación del hospital todos los días. Haciendo compañía a Jaime, leyéndole libros y animándose el uno al otro.
Jaime le agradecía el enorme esfuerzo que estaba haciendo por él. Pero cada día que pasaba perdía las ganas de seguir con esto. Rebeca tenía una vida y no debía malgastarla con él. Por ello, un día tomó una importante decisión.

-Rebeca, ven -la llamó Jaime.
-Ya voy -le contestó, tratando de sonreírle, pero su cara cambió al ver la expresión del chico. Algo no va bien, pensó-. ¿Qué ocurre?
-A ver cómo empiezo -A Jaime le costaba encontrar las palabras indicadas-. Has sido una magnífica persona conmigo. Me has ayudado a seguir adelante cuando pasó lo de mi hermano. Y nos hemos hecho inseparables. Pero ahora estoy así y tú vienes aquí cada día, y no puedes disfrutar de tu vida. Yo nunca saldré de este estado. -Jaime no se atrevía a mirar directamente a los ojos de Rebeca, que se encontraban inundados de lágrimas, temiéndose por donde iba a parar Jaime-. Quiero que salgas ahí fuera y conozcas otras personas. Yo soy sólo un estorbo.
-Jaime, ni se te ocurra pedirme...
-Escucha -la interrumpió-. Sé que es difícil, pero ya he tomado esa decisión y no puedo seguir así. Así que, sí. Te lo pido... Acaba con esto. Si pudiese mover al menos los brazos no te lo pediría, pero ni para eso puedo hacerlo.
-¡Me estás pidiendo que te mate, Jaime! -gritó Rebeca. No podía creer lo que estaba escuchando-. No puedo hacerlo, lo siento.
-Por favor, Rebeca. Esto podría hacerlo de otro modo aún peor.
-No entiendes. Yo puedo seguir a tu lado aunque estés así.
-Sabes que no. Al final acabarás cansándote de esto.
-No es cierto. Ahora, si me disculpas, tengo unos recados que hacer -dijo Rebeca, enfadada, saliendo de la habitación. Ella no comprendía porqué le había pedido tal cosa. Pero se negaba a hacerlo.

A la noche, mientras Rebeca trataba de conciliar el sueño, recibió una llamada del hospital. Jaime había tratado de suicidarse mordiéndose la lengua. Por suerte, las enfermeras consiguieron parar la hemorragia. Pero no fue la única vez que lo intentó. Se pasó toda la semana igual.
Una tarde, Rebeca llegó a la habitación con el semblante muy serio. Observó a Jaime tendido en la cama, estaba sedado para que no volviese a hacer lo mismo.

-Ya comprendo por lo que debes estar pasando. ¿Estás seguro de que quieres que haga esto?
-Lo estoy -contestó Jaime mirando a la chica.
-Bien -Rebeca empezó quitándole el tubo que le habían conectado para que pudiese respirar. Después, sacó una jeringuilla y la llenó de un líquido que acabaría con todo el sufrimiento de Jaime-. Antes quiero que sepas que... te amo. Siempre lo he hecho, pero no me atreví a decírtelo. Ahora ya es demasiado tarde...
-Yo también a ti, Rebe. Eres la mejor persona que he conocido y tú has hecho que mi vida fuese mejor. No te preocupes, yo siempre te cuidaré -dijo Jaime, contento de saber que era correspondido.

Rebeca se acercó al rostro del joven y besó sus labios. Cogió la jeringuilla y le inyectó el líquido. Ambos lloraban; de tristeza por tener que despedirse, y de alegría por conocer sus sentimientos. Jaime fue cerrando lentamente los ojos, y ya no los volvería a abrir jamás.
Rebeca le dio otro beso y salió despacio de la habitación del hospital. Ya nadie más volvió a saber de ella, pero por donde quisiera que estuviese, Jaime la estaría protegiendo siempre.

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Esto fue escrito hace unos años como regalo a una compañera de un foro :-)

Bienvenida sea yo

Buenas:

Acabo de crear este blog con el fin de publicar aquí cualquier cosa que escriba. No se si sera algo bueno o malo. Tampoco sé si esto llegará a mucha gente o solamente será leido por mí y cuatro personas que se encuentren aqui por error, pero al menos ya tengo un sitio donde dejarl mis pensamientos, mis ideas, mis escritos plasmados y no solo guardado en un archivo de word que se perderá por alguno de los rincones de mi ordenador.

Hace unos años escribia fanfic sobre Harry Potter que están publicadas en mi perfil de Fanfiction.
Es posible que siga escribiendo, asi que si quereis leerlos dar una vuelta por la página y echais un vistazo.

Soy mas bien de escribir relatos cortitos, pero a saber si algún día me atrevo a escribir algo más extenso... Demasiado me pido. También demasiado pido al pensar que mi musa, mi imaginación volverá después de mucho tiempo sin usarla. Espero que sí.


Pues eso es todo :) .